Saben que algo raro está pasando. Camionetas con personas extrañas que van y vienen, avionetas que sobrevuelan los campos. Los vecinos de los parajes olvidados del norte de Santiago del Estero tienen temor y no dudan: allí, los narcos encontraron las vías ideales para trasladar la droga a Tucumán y a otras provincias del NOA.
Los caminos de tierra desiertos, rodeados de cientos de kilómetros de monte, dibujan la geografía perfecta para ingresar las sustancias ilegales que traen los narcoaviones al norte argentino. Hay muchas pistas clandestinas. Los dealers desafían los controles e inclusive la reciente instalación de radares para detectar los vuelos clandestinos que llegan desde Bolivia y Paraguay.
A la extrema pobreza y la falta de futuro, ahora se sumó otra preocupación entre los pobladores del norte santiagueño: haber quedado en medio de esta vía insegura que se usa para el contrabando. Las madres temen que las adicciones afecten a sus hijos. Un funcionario admite que no les alcanzan los recursos para controlar lo que está pasando.